martes, 25 de mayo de 2010

Durante los últimos 50 años, los humanos han alterado la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas del mundo de manera más rápida y generalizada que en ningún otro período de la historia de la humanidad. Por ejemplo, entre 1950 y 1970 se convirtieron más tierras en tierras de cultivo que entre 1700 y 1850. Estos cambios se han llevado a cabo sobre todo para satisfacer la demanda creciente de alimentos, agua dulce, madera, fibra y combustible. Entre 1960 y 2000, la demanda de servicios de los ecosistemas creció significativamente al mismo tiempo que la población mundial se duplicó y la actividad económica mundial se multiplicó por 6. Las demandas han sido satisfechas tanto mediante el consumo de una cada vez mayor fracción de los recursos disponibles (por ejemplo, desviando más agua para irrigación o pescando más), como por el aumento de la producción de servicios tales como los cultivos o el ganado. El resultado de todo esto ha sido una pérdida sustancial y en gran medida irreversible de la diversidad de la vida en la Tierra

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